El juego, contrariamente a la frase popular, no es necesariamente el maestro. Sin embargo, proporciona un vehículo valioso para que los jóvenes practiquen y aprendan, averigüen qué hacer y cuándo y, como resultado, se vuelvan más hábiles y efectivos, dice JOHN ALLPRESS.
El juego, contrariamente a la frase popular, no es necesariamente el maestro.
Sin embargo, proporciona un vehículo valioso para que los jóvenes practiquen y aprendan, averigüen qué hacer y cuándo y, como resultado, se vuelvan más hábiles y efectivos.
No hay duda de que los entrenadores que apoyan a sus jugadores jóvenes desde el banquillo pueden ser productivos. Pero es útil saber, en medio del alboroto de un partido, qué ayuda y qué no.
Puede ser muy tentador jugar el juego para tus jugadores, especialmente cuando puedes ver la opción obvia. Pero es importante no interrumpir el proceso de aprendizaje natural de un jugador joven.
En cada juego juvenil, tres tipos diferentes de aprendizaje están ocurriendo al mismo tiempo.
En primer lugar, los jugadores están tratando de aprender nuevas técnicas, como ‘golpear’ sus pases, usar la forma de su cuerpo para recibir, hacer placajes bajos o mantener los ojos abiertos para cabecear el balón. Todas estas cosas son bastante fáciles de evaluar para un entrenador.
En segundo lugar, pero más difícil de detectar, es cómo los jugadores aplican este conocimiento adquirido en contexto, bajo demanda y bajo presión. Este es el ‘saber hacer’ de cuándo hacer qué.
Sin embargo, estas habilidades necesitan tiempo para desarrollarse. No puedes simplemente recordar la toma de decisiones: debe practicarse una y otra vez, y los partidos son la oportunidad ideal para hacerlo.
Finalmente, están los hábitos y actitudes hacia el aprendizaje mismo.
«Es útil saber, en medio del alboroto de un partido, qué ayuda y qué no…»
Como escribe Guy Claxton en su libro ‘El futuro de la enseñanza’, existen preguntas internas clave para el alumno:
- ¿Me gusta cuando las cosas se complican? Si las cosas resultan fáciles, ¿estoy preparado para cuando no lo sean?
- ¿Creo que si no puedo hacer algo inmediatamente me falta la habilidad?
- Cuando me quedo atascado, ¿intento algo más? ¿O simplemente darse por vencido y esperar a ser rescatado?
- ¿Los entrenadores realmente quieren que les haga preguntas sobre lo que estamos haciendo? ¿O solo quieren que me ponga manos a la obra?
Estos hábitos tienden a desarrollarse con el tiempo y son más difíciles de detectar para un entrenador. Implican socialización e influencia.
Entonces, para tener éxito, un entrenador necesita tres conjuntos de habilidades correspondientes y superpuestas.
Cuando los jugadores están trabajando para adquirir conocimientos técnicos específicos, el entrenador también debe saber lo que hacen y ser una fuente confiable de información precisa.
Necesitan ser capaces de explicar técnicas y conceptos en formas apropiadas para su edad, adecuadas a la aptitud y habilidad de sus jugadores.
También necesitan buenas habilidades de diagnóstico y observación para saber quién ha captado las técnicas y quién necesita más tiempo y ayuda.
Cuando los jugadores se esfuerzan por ser más hábiles, el entrenador necesita saber dónde se encuentran en términos de efectividad dentro de un partido.

Se necesitarán diferentes intervenciones para promover la toma de decisiones y las habilidades requeridas para ejecutar las soluciones correctas.
El entrenador debe observar cómo les va a los jugadores en este sentido y cuándo es necesario ofrecer pistas, pistas o comentarios.
Finalmente, cuando se están formando disposiciones más amplias hacia el aprendizaje, entra en juego un conjunto diferente de factores, que no se pueden enseñar. Esta narrativa proviene de la ‘música ambiental’ establecida por el entrenador o la cultura del club.
Los jugadores necesitan un lugar seguro para lidiar con nuevas ideas, un lugar en el que puedan sentirse seguros para probar cosas y cometer errores, sabiendo que el entrenador los respalda y los ayudará a aprender los trucos de su oficio, a través de la práctica y el aprendizaje efectivos.
El entrenador necesita formas de evaluar ese enfoque a través de una audición larga, no instantáneas, sino trayectorias de mejora, basadas en un régimen de progresión, no de perfección.
Cuando se trata de partidos, gritar constantemente instrucciones desde la línea de banda significa que los jugadores no tienen la oportunidad de tomar sus propias decisiones o resolver los problemas que plantea el partido. Todos hemos escuchado a la gente gritar ‘¡no dejes que rebote!’, ‘pásala’ o ‘no botes ahí’.
Esto es realmente inútil. Distrae a los jugadores en su momento de decisión y compromete sus oportunidades de aprender y practicar cuándo hacer qué.
Por supuesto, los jugadores jóvenes se equivocarán, pero cometer errores es parte de mejorar, especialmente si su intención es correcta y su error es simplemente su incapacidad para ejecutar en esa ocasión.
Entonces, ¿qué es útil?
«Debemos alentar a los jugadores a ser valientes, no seguros. No deben tener miedo…»
Estímulo: los entrenadores y los padres les hacen saber a los jugadores, en el momento, que están haciendo las cosas bien.
Apoye: si comete un error, anímelo a recuperar el crédito tratando de hacer que el próximo pase, placaje o cabezazo sea bueno.
Claridad: mantener las cosas simples con información clara y comentarios precisos en las reuniones del equipo y los descansos en el juego, no mientras el juego está en progreso.
Por encima de todo, los jugadores necesitan disfrutar de la experiencia de la jornada. Cuando están felices, es más probable que recuerden cosas, aprendan de manera más efectiva y se vuelvan más hábiles. La ‘música ambiental’ positiva establecida por el entrenador y la cultura del club es imperativa.
Averiguar qué hacer cuando es una de las cosas más difíciles de aprender en nuestro deporte. Necesita práctica, oportunidad y tiempo. La actuación de un día de partido es solo parte de este proceso y la puntuación en términos de desarrollo es solo algo garabateado en una hoja de papel.
Como entrenadores, estamos en el negocio de formar el carácter. Nuestros jugadores necesitan aprender y practicar técnicas en un espacio seguro y disfrutar del desafío de las rivalidades proporcionadas por buenos oponentes. Necesitamos apoyar a nuestros jugadores y asegurarnos de que sepan que estamos de su lado.
Debemos alentar a nuestros jugadores a ser valientes, no seguros. Todavía no saben lo buenos que pueden ser. No deben asustarse por la idea de intentarlo, debido a algún tipo de juego de culpa asociado a un error o resultado.
Recuerda. Como entrenadores, todos tenemos el lujo de un asiento de primera fila mientras los jugadores están atrapados en la conmoción del combate en el campo. Nadie cometió un error en la línea de banda.
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